Uno te hace crecer más rápido. El otro, además de dinero, te da contactos y socios. Identifica la mejor estrategia para tu empresa en crecimiento.

¿Creces sólo de manera orgánica reinvirtiendo tus utilidades? ¡Ya no más! 

Ya sea con crédito o con capital, puedes llevar a tu empresa al siguiente nivel y aprovechar las oportunidades que el mercado te demanda. Pero ojo: no para todos los negocios funciona el mismo instrumento, pues depende de su etapa de desarrollo si le conviene más utilizar uno u otro. Por eso, toma nota de las características de cada uno, para determinar la opción ideal para tu empresa en crecimiento.

Crédito

A empresas que venden más de $1 millón y menos de $100 millones al año las atiende la Banca Comercial, te puede prestar entre uno y dos meses de ventas con líneas revolventes de capital de trabajo o con créditos simples a tres años para capital de trabajo permanente o la compra activos.

Para saber si eres o no sujeto de crédito, la institución analiza tus estados financieros, ventas, situación en Buró de Crédito, si cuenta con aval y monto del préstamo (que debe ser similar a la suma de su utilidad operativa más depreciaciones y amortizaciones). También puede evaluar tus depósitos y/o saldos promedio.

Si generas entre $100 millones y $2,000 millones al año, tu opción es la Banca Empresarial, que revisa la estructura, mercado, posibilidades de crecimiento y hacia dónde va el negocio. Si vendes más de $2,000 millones, accedes a la banca corporativa y a operaciones de deuda más estructuradas. También existen formas de financiamiento no tradicionales que se basan en el proyecto y/o garantías, como el factoraje, arrendamientos, crédito en base a descuento de contratos, etc.

O bien, puedes acceder a deuda mezzanine cuando tu necesidad es tan grande que la banca no te presta suficiente, por ejemplo, para comprar a tu competidor o internacionalizarte. “Aunque cobra tasas más caras, es más barato que el capital para crecer de manera acelerada sin diluirte, y ofrece esquemas flexibles de pagos”.

En cualquier caso, recuerda que el préstamo es de dinero que no es del negocio y por lo tanto tiene un costo –el interés–, mismo que debes pagar junto con el monto del crédito.

Capital

Si un inversionista inyecta recursos al negocio, se vuelve copropietario de un porcentaje de la empresa y adquiere el derecho de recibir una fracción de las utilidades.

Existen varios fondos a los que puedes acceder según la etapa en la que se encuentre tu empresa. Si tiene menos de dos años en operación, están los inversionistas ángeles. Hernán Fernández, socio fundador de Angel Ventures México estima que existen seis redes formales en el país, más la actividad independiente no adscrita a una red. La que él representa agrupa poco menos de 400 miembros en Ciudad de México, Guadalajara, Estados Unidos y Europa.

Por otro lado, están los fondos de capital emprendedor o venture capital, que invierten en negocios con alto potencial pero sin una marca posicionada, institucionalización y rentabilidad operativa. En tanto, los fondos de capital de crecimiento o private equity invierten en compañías más maduras, con posicionamiento de marca, altas ventas y rentabilidad.

Cifras de la Asociación Mexicana de Capital Privado, Amexcap identifican 112 fondos en operación. El ex presidente Alonso Díaz Etienne, destacó que “los socios aportamos ‘capital inteligente’, es decir, recursos económicos acompañados de fórmulas para saber cómo manejar y gestionar el negocio con el fin de profesionalizarlo y hacerlo crecer”. Pero ojo: a cambio, diluyes tu empresa y por ende compartes la toma de decisiones y las utilidades, lo que afecta tu retorno de inversión.

¿Qué te conviene más? 

 “Si sólo necesitas dinero, es mejor un crédito bien estructurado que te haga llegar a donde quieres lo más rápido que se pueda. Si más bien es un tema estratégico, el capital te dará, además del recurso, contactos, mercado, conocimiento y clientes”.

Independientemente de qué instrumento elijas, la recomendación es que pienses en grande y construyas tu empresa con la idea de venderla. “Tiene que ser sexy para que quieran comprarla, fuerte para que no dependa de ti y con una estructura financiera sólida para que sus números hablen por ella”, explica Calderón. “A lo mejor nunca la vendes, pero pensar así abre tu espectro de negocio y de opciones de crecimiento por medio de financiamiento a deuda o a capital”.

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